
Sé también por comentarios de antiguas brujas danesas que a los fantasmas no había que dirigirles la palabra, sino esperar que ellos hablaran primero. Y los capaces de dialogar debían ser gente culta, es decir, que hablaran en latín para comprobar si el aparecido era un auténtico muerto humano y no una apariencia demoníaca. Se sabe que los demonios huyen despavoridos del latinazo eclesiástico. Eso era antes. Ahora, uno entra en ciertas empresas y lo recibe un fantasma: señor o señorita sonriente, de uniforme vistoso, es inútil dirigirles la palabra porque son virtuales, puro invento electrónico cuya voz melosa procede de un infierno digital que no admite diálogo sino obediencia.
.
ResponderEliminar