No se puede leer a Bokouski de mañana
no hay forma de que el aire
limpio y fresco de cualquier mañana
se ligue a una habitación amarillenta
pastosa, desordenada y decadente.
Aunque mi habitación
esté desordenada ahora mismo
por la mañana me gusta
buscar la tibieza del amanecer
seguir los rayos de sol
a medida que avanzan en la casa
y buscar algún orden posible,
aunque no lo encuentre
me ayuda a completar el día.
Puedo soportar limpiar el cenicero
y levantar algún que otro vaso
pero no resisto el sofá vomitado
juro que lo tiro a la calle de inmediato.
Tampoco los cuerpos arrojados
en la pieza como palitos chinos
con las cabezas colgando desarticuladas
y el pelo pegoteado.
A la mañana deseo la brisa
que entra por la ventana como un soplo divino
esa caricia abstracta de la cortina
estremece cualquier cuerpo.
Nunca será comparable a las manos de esas putas
que improvisan caricias de agradecimiento
por el techo de una noche sin taxis
que las regresen a la Vía honda.
Tal vez haya autores para la mañana
para la tarde o para la noche
para la madrugada para otear la muerte
para acompañar el desbarrancadero
o para ver el lado oscuro del sol
no lo sé pero no voy a leer a Bowkoski
esta mañana.
Lucas Almada
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