Cada hombre es, en efecto, único e insustituible; otro yo no puede darse; cada uno de nosotros –nuestra alma, no nuestra vida- vale por el Universo todo y el obrar de modo que sea nuestra aniquilación una injusticia, que nuestros hermanos, hijos y los hijos de nuestros hermanos y sus hijos, reconozcan que no debimos haber muerto, es algo que está al alcance de todos.
Miguel de Unamuno
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