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domingo, 29 de septiembre de 2013

Un mundo feliz - Fragmento

Me interesa la verdad. Amo la ciencia. Pero la verdad es una amenaza, y la ciencia un peligro público. Tan peligroso como benéfico ha sido. Nos ha proporcionado el equilibrio más estable de la historia. Gracias, repito, a la ciencia. Pero no podemos permitir que la ciencia destruya su propia obra. Por esto limitamos tan escrupulosamente el alcance de sus investigaciones; por esto estuve a punto de ser enviado a una isla. Sólo le permitimos tratar de los problemas más inmediatos del momento. Todas las demás investigaciones son condenadas a morir en ciernes. Es curioso -prosiguió tras breve pausa- leer lo que la gente que vivía en los tiempos de Nuestro Ford escribía acerca del progreso científico. Al parecer, creían que se podía permitir que siguiera desarrollándose indefinidamente, sin tener en cuenta nada más. El conocimiento era el bien supremo, la verdad el máximo valor; todo lo demás era secundario y subordinado. Y, desde luego, siempre que las masas alcanzaban el poder político, lo que importaba era más la felicidad que la verdad y la belleza. A pesar de todo, todavía se permitía la investigación científica sin restricciones. La gente seguía hablando de la verdad y la belleza como si fueran los bienes supremos. Hasta que llegó la Guerra de los Nueve Años. Esto les hizo cambiar de estribillo. ¿De qué sirven la verdad, la belleza o el conocimiento cuando las bombas de ántrax llueven del cielo? Después de la Guerra de los Nueve Años se empezó a poner coto a la ciencia. Cualquier cosa con tal de tener paz. Y desde entonces no ha cesado el control. La verdad ha salido perjudicada, desde luego. Pero no la felicidad. Las cosas hay que pagarlas. La felicidad tenía su precio. Y usted tendrá que pagarlo, Mr. Watson; tendrá que pagar porque le interesaba demasiado la belleza. A mí me interesaba demasiado la verdad; y tuve que pagar también.

Aldous Huxley, 1932

1984 - Fragmento

En un mundo en que todos trabajaran pocas horas, tuvieran bastante que comer, vivieran en casas cómodas e higiénicas, con cuarto de baño, calefacción y refrigeración, y poseyera cada uno un auto o quizás un aeroplano, habría desaparecido la forma más obvia e hiriente de desigualdad. Si la riqueza llegaba a generalizarse, no serviría para distinguir a nadie. Sin duda, era posible imaginarse una sociedad en que la riqueza no, en el sentido de posesiones y lujos personales, fuera equitativamente distribuida mientras que el poder siguiera en manos de una minoría, de una pequeña casta privilegiada. Pero, en la práctica, semejante sociedad no podría conservarse estable porque si todos disfrutasen por igual del lujo y del ocio, la gran masa de seres humanos, a quienes la pobreza suele imbecilizar, aprenderían muchas cosas y empezarían a pensar por si mismos; y si empezaran a reflexionar, se darían cuenta más pronto o más tarde que la minoría privilegiada no tenía derecho alguno a imponerse a los demás y acabarían barriéndolos. A la larga, una sociedad jerárquica sólo sería posible basándose en la pobreza y en la ignorancia.

George Orwell

Invisible - Fragmento

No recuerdo en absoluto por qué me encontraba allí. Alguien debió invitarme, pero hace mucho que se me fue de la memoria quién pudo ser. Ni siquiera me acuerdo de dónde se celebraba la fiesta -en el norte o en el centro de la ciudad, en un apartamento o en un loft- ni de mis motivos para aceptar la invitación en primer lugar, porque por aquella época tendía a evitar las grandes congregaciones de gente, harto del barullo de la multitud que habla mucho y dice poco, azorado por la timidez que me sobrevenía en presencia de personas desconocidas. Pero aquella noche, inexplicablemente, dije que sí, y acompañé a mi olvidado amigo adondequiera que me llevase.

Paul Auster

De este mundo y del otro

Cuando el Señor, también conocido como Dios, se dio cuenta de que a Adán y Eva, perfectos en todo lo que se mostraba a la vista, no les salía ni una palabra de la boca ni emitían un simple sonido, por primario que fuera, no tuvo otro remedio que irritarse consigo mismo, ya que no había nadie más en el Jardín del Edén a quien responsabilizar de la gravísima falta…  (Caín - Fragmento)

Las palabras son buenas. Las palabras son malas. Las palabras ofenden. Las palabras piden disculpa. Las palabras queman. Las palabras acarician. Las palabras son dadas, cambiadas, ofrecidas, vendidas e inventadas. Las palabras están ausentes. Algunas palabras nos absorben, no nos dejan: son como garrapatas, vienen en los libros, los periódicos, en los mensajes publicitarios, en los rótulos de las películas, en las cartas y en los carteles. Las palabras aconsejan, sugieren, insinúan, conminan, imponen, segregan , eliminan. Son melifluas o ácidas. El mundo gira sobre palabras lubrificadas con aceite de paciencia. Los cerebros están llenos de palabras que viven en paz y en armonía con sus contrarias y enemigas. Por eso la gente hace lo contrario de lo que piensa creyendo pensar lo que hace. Las palabras han dejado de comunicar. Cada palabra es dicha para que no se oiga otra. La palabra, hasta cuando no afirma, se afirma: la palabra es la hierba fresca y verde que cubre los dientes del pantano. La palabra no muestra. La palabra disfraza. De ahí que resulte urgente mondar las palabras para que la siembra se convierta en cosecha. De ahí que las palabras sean instrumento de muerte o de salvación. De ahí que la palabra sólo valga lo que vale el silencio del acto.
Hay, también, el silencio. El silencio es, por definición, lo que no se oye. El silencio escucha, examina, observa, pesa y analiza. El silencio es fecundo. El silencio es la tierra negra y fértil, el humus del ser, la melodía callada bajo la luz solar. Caen sobre él las palabras. Todas las palabras. Las palabras buenas y las malas. El trigo y la cizaña. Pero sólo el trigo da pan.


José Saramago

El tambor de hojalata, Libro primero

Nací bajo bombillas, interrumpí deliberadamente el crecimiento a los tres años, recibí un tambor, rompí vidrio con la voz, olfateé vainilla, tosí en iglesias, nutrí a Lucía, observé hormigas, decidí crecer, enterré el tambor, huí a Occidente, perdí el Oriente, aprendí el oficio de marmolista, posé como modelo, volví al tambor e inspeccioné cemento, gané dinero y guardé un dedo, regalé el dedo y huí riendo; ascendí, fui detenido, condenado, internado, saldré absuelto; y hoy celebro mi trigésimo aniversario y me sigue asustando la Bruja Negra.  Amén.

Günter Grass (Contaminacion, xilografía de Rojas Chaperon)

domingo, 22 de septiembre de 2013

El túnel - Fragmento

Volví a casa con la sensación de una absoluta soledad. Generalmente, esa sensación de estar solo en el mundo aparece mezclada a un orgulloso sentimiento de superioridad: desprecio a los hombres, los veo sucios, feos, incapaces, ávidos, groseros, mezquinos; mi soledad no me asusta, es casi olímpica.
Pero en aquel momento, como en otros semejantes, me encontraba solo como consecuencia de mis peores atributos, de mis bajas acciones. En esos casos siento que el mundo es despreciable, pero comprendo que yo también formo parte de él; en esos instantes me invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, busco a las prostitutas. Y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios monstruos que me rodean.

Sábato

Mientras agonizo - Fragmento

 
Era como si mientras el engaño sucedía en silencio y monótonamente, todos nosotros hubiéramos aceptado ser engañados, favoreciéndolo con nuestra inconsciencia o puede que cobardía, pues toda la gente es cobarde y prefiere de un modo natural cometer una traición, ya que ésta tiene un aspecto cómodo. 
Recordaba que mi padre solía decir que la razón para vivir era prepararse para estar muerto durante mucho tiempo. Y cuanto tenía que verlos día tras día, cada cual con sus pensamientos egoístas y secretos, cada cual con su sangre distinta a la de los demás y a la mía y pensaba que al parecer era mi único modo de prepararme para estar muerto, odiaba a mi padre por haberme engendrado.

William Faulkner

A esa extraña raza que lee

El libro bueno es el amigo que todo lo da y nada pide. El maestro generoso que no regatea su saber ni se cansa de repetir lo que sabe. El fiel transmisor de la prudencia y de la sabiduría antigua. El consuelo de las horas tristes. El que hace olvidar al preso su cárcel y al desterrado su nostalgia. El sedante de los grandes afanes, que va dondequiera que vayamos con nuestro dolor. El mentor de las grandes decisiones. El que ablanda el corazón en los momentos de dureza, o nos vigoriza cuando empezamos a flanquear. Y después de ser todo esto, tiene la soberana grandeza de no hipotecar nuestra gratitud. Una vez leído lo volvemos sencillamente al estante, o lo dejamos olvidado en el asiento de un tren. Es igual. No nos guardará rencor si no se lo hemos agradecido.

Gregorio Marañón

Henderson rey de lluvia - Fragmento

Los hechos comienzan a abrumarme, y enseguida siento una opresión en el pecho. Luego se desencadena una avalancha desordenada: Mis padres, mis esposas, mis novias, mis hijos, mi granja, mis animales, mis hábitos, mi dinero, mis clases de música, mi ebriedad, mis prejuicios, mi brutalidad, mis dientes, mi cara, mi alma. Y no me queda más remedio que clamar: ¡No, no, aléjense de mí, malditos! Déjenme en paz! ¿Pero pueden acaso dejarme en paz? Me pertenecen, son míos.  

Si la gente se desmorona frente a ti, no deberías intentar reconstruirla. Deberías dejar que ellos mismos recompongan sus fragmentos.

Saul Bellow

martes, 17 de septiembre de 2013

La lentitud de los bueyes

Inútil es volver a los lugares olvidados y perdidos, a los paisajes y símbolos sin dueño.
No hay allí ya liturgias milenarias. Ni aceite fermentado en ánforas de barro.Los ancianos han muerto. Los animales vagan bajo la lluvia negra.No hay allí sino la lenta elipsis del río de los muertos, la mansedumbre helada del muérdago cortado, de los paisajes abrasados por el tiempo.

Julio Llamazares

lunes, 16 de septiembre de 2013

Diarios - Volumen VI

Miré unas espantosas máscaras del Perú y me puse a pensar. Estaban hechas para asustar al enemigo. En nosotros, en algunos de nosotros, la máscara que llevamos como defensa también es fea. Yo he visto cambios en los rostros de algunos amigos. La boca se vuelve más delgada, los surcos de la ansiedad más profundos, los ojos más velados, la sonrisa forzada. Unos adquieren una severidad que no poseían, otros altanería, otros arrogancia. Me entristece. Me pregunto cómo podemos crecer sin estas máscaras.

Anaïs Nin

La majestad del compromiso

Sólo son verdaderas las palabras irreparables. El amor es precipitado. Por cada palabra de astucia, de paciencia o de temor, de incertidumbre o de cautela que manche a nuestra boca, un amante en su tumba se volverá de espaldas coronado de asco.

Ten respeto al descanso de los muertos. Comprométete o calla. Ven o vete.

Félix Grande

La sierva ajena - Fragmento

En alguna parte leí que un apretado tejido de infortunios labra la historia de los hombres, desde la primera aurora, pero a mí me agrada suponer que hubo períodos tranquilos y que por un inapelable golpe de azar me toca vivir el momento, confuso y épico, de la culminación. Dirán, tal vez, que éste es el clamor, nada filosófico, de un sujeto oscuro y apocado; yo replicaría que, justamente, porque soy un sujeto oscuro y apocado, es curioso, aún significativo, que pueda testimoniar sobre más de un hecho tremendo. Sirva de prueba: Yo he visto, con mis propios ojos, el fin, el derrumbe, la aniquilación de una gran dama. Como siempre ocurre (por mucho que aguce cada cual la facultad de prever) inesperadamente, actores y espectadores, nos encontramos en medio de la tragedia.

Bioy Casares

domingo, 15 de septiembre de 2013

Como decir poesía - Fragmentos

Por ejemplo la palabra “mariposa”. Para usar esta palabra no hace falta aligerar la voz, ni dotarla de pequeñas alas empolvadas, ni inventar un día soleado o un campo de narcisos, ni estar enamorado, ni estar enamorado de las mariposas. La palabra “mariposa” no es una mariposa de verdad. Está la palabra y está la mariposa. 
La palabra “mariposa” no es más que un dato. No te da pie a revolotear, elevarte, proteger las flores, simbolizar la belleza y la fragilidad o interpretar de alguna forma a una mariposa. No representes las palabras. No representes nunca las palabras. No intentes nunca despegar del suelo cuando hables de volar, ni gires la cabeza y cierres los ojos cuando hables de la muerte. No me mires con ojos ardientes cuando hables del amor. Si quieres impresionarme al hablar del amor, métete la mano en el bolsillo o debajo del vestido y acaríciate. Si tu ambición y tu hambre de aplausos te han llevado a hablar del amor, debes aprender a hacerlo sin desacreditarte a ti mismo ni lo que dices.
Di las palabras, transmite los datos y hazte a un lado. Todos sabemos que sufres. No puedes contarle al público todo lo que sabes del amor en cada verso de amor que digas. Hazte a un lado: la gente sabrá lo que tú sabes porque ya lo sabía. No tienes nada que enseñarles. No eres más hermoso que ellos. Ni más sabio. No les grites. No fuerces una entrada en seco. Eso es sexo mal practicado.
Las bombas, lanzallamas y demás mierdas han destruido algo más que árboles y poblados. También han destruido los escenarios. ¿Acaso creías que tu profesión iba a escapar de la destrucción general? Ya no hay escenarios. Ya no hay candilejas. Estás entre la gente, por lo tanto sé modesto. Di las palabras, transmite los datos y hazte a un lado. Quédate solo. Quédate en tu habitación. No montes un número.
Se trata de un paisaje interior. Está dentro y es privado. Respeta la intimidad de tus textos, pues fueron escritos en silencio. La valentía de la interpretación es decirlos. La disciplina de la interpretación es no violarlos. Deja que el público sienta tu amor por la intimidad aunque ésta no exista. Sé una buena puta. El poema no es un slogan. No puede promocionarte. No puede fomentar tu reputación de sensible. No eres un semental. No eres un ladrón de corazones. Tanto gangster del amor y tanta tontería. Eres un estudiante de disciplina. No representes las palabras. Las palabras mueren cuando las representas, se marchitan, y no nos queda más que tu ambición.
No temas ser débil. No te avergüences de estar cansado. Tienes buen aspecto cuando estás cansado. Parece como si pudieras seguir y seguir sin parar. Y ahora ven a mis brazos. Eres la imagen de mi belleza.

Leonard Cohen

Autobiografía

He leído y he escrito. Más leo que escribo, como es natural; leo mejor que escribo.
He viajado. Preferiría que mis libros viajen más que yo. He trabajado, trabajo.
Carezco de bienes materiales (excepto la vivienda que tendré).
Una vez, por algo que escribí, gané un premio, y después otro y después… hasta diez de literatura, uno de periodismo y uno de argumentos de cine. Una vez tuve una beca que me dio el Gobierno de Francia y pude estudiar algo en París.
Un tiempo quise ser abogado y no me quedé en querer serlo, estudié mucho, aunque nunca lo suficiente.
Después quise ser periodista. Conseguí ser periodista. Persevero.

Soy argentino, pero no he nacido en Buenos Aires. Nací el Día de los Muertos del año 22.
Música, para mí, la de Bach y la de Beethoven. Y el cante jondo.
Bailar no sé, nadar no sé, beber sí sé. Auto no tengo.
Prefiero la noche. Prefiero el silencio.

Antonio Di Benedetto

Acelerando los beneficios de la confusión

Hablar de contribuir a la confusión general equivale justamente a propiciar el desorden, dirán algunos. De todos modos, no se trata de un desorden contra el orden, sino más bien de un nuevo desorden contra el un viejo desorden.
El desorden, al envejecer, se fija, se fosiliza y adquiere así la apariencia del orden, pero solo porque está inmóvil, porque está muerto. Un desorden muerto se corrompe, hiede, contamina la vida con su podredumbre. Entonces es necesario crear un desorden totalmente nuevo que lo sustituya. Pero no cualquier desorden, sino uno que consuma lo viejo y purifique la vida: un desorden creador, por el cual circule la sangre siempre renovada de lo vital. 

Aldo Pelegrino
(Arte: Proyecto Tehom o Abismo de Angelo Musco)

viernes, 13 de septiembre de 2013

Por qué los pájaros...

Siempre me pregunto por que los pájaros permanecen en el mismo lugar si pueden viajar a cualquier parte del planeta. Luego me hago la misma pregunta a mi mismo.  

Harun Yahya

sábado, 7 de septiembre de 2013

Abrir la puerta

Me pregunto, y es una pregunta inmoral, si servirá de algo abrir esa puerta que da al patio, a la tierra, al viento del mundo, a los pasos de la gente.
Me pregunto si servirá de algo escribir a estas horas de la noche en el silencio de mi habitación con la puerta cerrada y asomarme y mirar, dejando que me lleven los pasos y la sombras del camino.
Me pregunto si servirá de algo explicar por qué no explico cuando tanta palabra y confidencia intentaron traducirme y ponerme al descubierto si servirá de algo abrir la puerta, me pregunto, y andar por el patio, por el mundo entre la gente, abrir de par en par la puerta para que todo pueda cumplirse. Como la hoja de un cuchillo al extremo de un puente. Como la red y el roble que salvan la alegría al final del espectáculo. Como el canto de las aguas y el susurro de la siesta. Como la playa en sombras y el lecho infinito de los amantes reencontrados.
Para que todo pueda cumplirse (la luz, la noche, la inocencia, el nombre que pasa entre las ramas) la puerta se abrirá enteramente. Se abrirá por fin la puerta por si alguno quiere volver a entrar o salir o curiosear entre mis cosas o esperarme mientras vuelvo. Y si tardo y no regreso, salir al viento y olvidarme.

Edgar Bayley

Yo no me río de la muerte

Yo nunca me río de la muerte. Simplemente sucede que no tengo miedo de morir entre pájaros y arboles.
Yo no me río de la muerte. Pero a veces tengo sed y pido un poco de vida, a veces tengo sed y pregunto diariamente, y como siempre sucede que no hallo respuestas sino una carcajada profunda y negra.
Ya lo dije, nunca suelo reir de la muerte, pero sí conozco su blanco rostro, su tétrica vestimenta.
Yo no me río de la muerte. Sin embargo, conozco su  blanca casa, conozco su blanca vestimenta, conozco su humedad y su silencio.
Claro está, la muerte no me ha visitado todavía, y ustedes preguntarán ¿qué conoces? No conozco nada. Es cierto también eso. Empero, sé que al llegar ella yo estaré esperando, yo estaré esperando de pie o tal vez desayunando. La miraré blandamente (no se vaya a asustar) y como jamás he reído de su túnica, la acompañaré, solitario y solitario.

Javier Heraud Perez

El remordimiento

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer.
No he sido feliz.
Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz.


Cumplida no fue su joven voluntad.
Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte,
que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.


No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.


Borges

El desconocido

Nadie lo sigue, nadie lo acompaña. En su boca elocuente la mentira se anida, su corazón está poblado de fantasmas y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho. Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma. Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas, sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia, el muro del perdón o de la muerte. Pero su corazón aún abre las alas como un águila roja en el desierto.
Él marcha solo, infatigable, encarcelado en su infinito, como un solitario pensamiento, como un fantasma que buscara un cuerpo.
Octavio Paz (Fotografía de Jon De Boer)

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Libertango

Mi libertad me ama y todo el ser le entrego.
Mi libertad destranca la cárcel de mis huesos.
Mi libertad se ofende si soy feliz con miedo.
Mi libertad desnuda me hace el amor perfecto.

Mi libertad me insiste con lo que no me atrevo.
Mi libertad me quiere con lo que llevo puesto.
Mi libertad me absuelve si alguna vez la pierdo
por cosas de la vida que a comprender no acierto.

Mi libertad no cuenta los años que yo tengo,
pastora inclaudicable de mis eternos sueños.
Mi libertad me deja y soy un pobre espectro,
mi libertad me llama y en trajes de alas vuelvo.

Mi libertad comprende que yo me sienta preso
de los errores míos sin arrepentimiento.
Mi libertad quisieran el astro sin asueto
y el átomo cautivo, ser libre ¡qué misterio!

Ser libre. Ya en su vientre mi madre me decía
“ser libre no se compra ni es dádiva o favor”.
Yo vivo del hermoso secreto de esta orgía:
si polvo fui y al polvo iré, soy polvo de alegría
y en leche de alma preño mi libertad en flor.

De niño la adoré, deseándola crecí,
mi libertad, mujer de tiempo y luz,
la quiero hasta el dolor y hasta la soledad.

Mi libertad me sueña con mis amados muertos,
mi libertad adora a los que en vida quiero.
Mi libertad me dice, de cuando en vez, por dentro,
que somos tan felices como deseamos serlo.

Mi libertad conoce al que mató y al cuervo
que ahoga y atormenta la libertad del bueno.
Mi libertad se infarta de hipócritas y necios,
mi libertad trasnocha con santos y bohemios.

Mi libertad es tango de par en par abierto
y es blues y es cueca y choro, danzón y romancero.
Mi libertad es tango, juglar de pueblo en pueblo,
y es murga y sinfonía y es coro en blanco y negro

Mi libertad es tango que baila en diez mil puertos
y es rock, malambo y salmo y es ópera y flamenco.
Mi libertango es libre, poeta y callejero,
tan viejo como el mundo, tan simple como un credo.

De niño la adoré, deseándola crecí,
mi libertad, mujer de tiempo y luz,
la quiero hasta el dolor y hasta la soledad.

Horacio Ferrer

La condesa sangrienta - Fragmento

Ella no sintió miedo, no tembló nunca. Entonces, ninguna compasión ni emoción ni admiración por ella. Sólo un quedar en suspenso en el exceso del horror, una fascinación por un vestido blanco que se vuelve rojo, por la idea de un absoluto desgarramiento, por la evocación de un silencio constelado de gritos en donde todo es la imagen de una belleza inaceptable.
Como Sade en sus escritos, como Gilles de Rais en sus crímenes, la condesa Báthory alcanzo, más allá de todo límite, el último fondo del desenfreno. Ella es una prueba más de que la libertad absoluta de la criatura humana es horrible.

Alejandra

Te recuerdo Amanda

Suenan las sirenas, de vuelta al trabajo,
muchos no volvieron, tampoco Manuel.
 
Te recuerdo Amanda...
 

lunes, 2 de septiembre de 2013

Borrador


Mi vida es un borrador donde las letras son constelaciones. Todos mis días malos están contados por adelantado.
Mi vida es un borrador. Todas mis suertes y mis desdichas quedan plasmadas en él como un grito desgarrado por un tiro.

Nika Georgievna Turbiná

Sobreviviendo - Fragmento

Me preguntaron como vivía, me preguntaron
Sobreviviendo dije, sobreviviendo.
Tengo un poema escrito más de mil veces
en él repito siempre que mientras alguien
proponga muerte sobre esta tierra
y se fabriquen armas para la guerra
yo pisaré estos campos sobreviviendo.
Todos frente al peligro sobreviviendo
tristes y errantes hombres sobreviviendo.

Hace tiempo no río como hace tiempo

y eso que yo reía como un jilguero...

Víctor Heredia

domingo, 1 de septiembre de 2013

Del maestro de lo terrible y lo extraño

Estoy casi decidido a no escribir más cuentos, a soñar simplemente cuando me apetezca, sin detenerme a hacer algo tan vulgar como transcribir mi sueño para un público de cerdos.

Lovecraft

Como tú

Yo, como tú, amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste de los días de enero.
También mi sangre bulle y río por los ojos que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello, que la poesía es como el pan, de todos.
Y que mis venas no terminan en mí sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poesía de todos.

Roque Dalton García

El Capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco

Pero lo peor de todo es que algún tiempo después de mi muerte se me va a descubrir de verdad. Todos los que me odiaban cuando estaba vivo abrazarán de repente mi memoria. Mis palabras estarán en todas partes. Se crearán clubs y sociedades. Será como para ponerse enfermo. Se hará una película de mi vida. Me pintarán mucho más valiente de lo que soy y con mucho más talento del que tengo. Mucho más. Será como para hacer vomitar a los dioses. La especie humana lo exagera todo: a sus héroes, a sus enemigos, su importancia.

Bukowsky

Espera

Regresa a este mundo silencioso,
atrapa entre lenguas los líos que se anudan,
hiéreme con el lenguaje displicente,
lleva en los contornos las caricias que retornan.
Sin hablar, ni llorar, ni cantar,
tan solo silbar y hacerlo mal,
protestando entre tendones y agujas,
que me entiendas en palabra,
en mirada y en silencio,
un sitio donde ver y engullir
y asir las virtudes de la nada.
Grita en el sollozo del sueño,
en el nocturno del haber,
vuelcate sobre la piel escarpada,
hazme saber que aún existes.

Estela Velasco, mengana poeta