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Nos mudamos de espacio. Enlace permanente a nuestro espacio menor.

domingo, 30 de enero de 2011

El sol no brilla para todo el mundo.

El sol brilla para todo el mundo, pero no brilla en las prisiones,
no brilla para los que trabajan en la mina,
los que descarnan el pescado, los que comen carne podrida,
los que fabrican orquillas para el pelo,
los que soplan en vacías botellas que otros beberán llenas.
Los que pasan las vacaciones en las fábricas,
los que ordeñan las vacas pero no beben la leche.
Los que no son anestesiados en el dentista
y escupen sus pulmones en el metro.
Los que fabrican en oscuros sótanos
las lapiceras con las que otros escribirán al aire libre.
Los que no saben lo que hay que decir,
los que tienen demasiado que decir para poder decirlo.
Los que tienen trabajo y los que no lo tienen,
los que lo buscan y los que no lo buscan.
Los que dan de beber al caballo, los que ven morir a su perro.
Lo que tienen casi todas las semanas el pan nuestro de cada día.
Los que se calientan en invierno en las iglesias,
los que el sacristán manda a cobijarse afuera.
Los que se estancan, los que querrían comer para vivir.
Los que son comprometidos, despedidos, ascendidos, disminuidos,

manoseados, investigados, apaleados, prontuariados.
Los que se eligen al azar y son fusilados,
los que no saben comportarse en ningún lugar del mundo.
Los que nunca-jamás vieron el mar,

los que huelen a lino porque trabajan el lino,
los que no tienen agua corriente, l

os que envejecen más rápido que los otros.
Los que jamás tuvieron que agacharse para levantae un alfiler.
Los que se mueren de aburrimiento los domingos por la tarde,
Porque ven llegar el lunes y el martes y el miércoles
y el jueves y el viernes y el sábado. Y la tarde del domingo.


Jacques Prèvert.

viernes, 21 de enero de 2011

De los peces de la noche.

                                                                                                                      
“Solo hay una salvación para los vencidos: no esperar ninguna salvación” (Virgilio)
                          


Siempre tuve el corazón y los ojos llenos de luna. Hoy, como un regalo inesperado, los pies de la luna siguen mi sombra. De cerca la siguen. La luna creciente y el hombre menguante.
Y no hay nada más. Nada más que el aullido del tren a lo lejos, la luna mirando un par de cosas, dos focos espantados en el parque, el rumor de un gato caminando lento y en voz baja, un latido de pies recorriendo las calles, el perfume de una voz cuyas raíces creía muertas. Y nada más. Nada más que la puerta y una corta escalera y una esquina infame donde duerme mi cama y la letra de una canción  que nunca te escribí.
En esta noche de sueños mutilados, la brisa en la ventana invita un último cigarrillo más, como aquella última vez cuando entre dormida y sonriente el humo dibujaba peces en tu espalda. Como tantas otras noches en que un gesto o una fugaz mirada detenía el tiempo dejando siempre flores en tu boca.
A veces pienso que transito el mundo del tiempo pasado. Un mundo de espejos y de luna. A veces prefiero soñar que te soñé, que no vivimos llenos de las imágenes que nos habitan y nos asaltan. De esas que están acá nomás, a la vuelta de la esquina de un recuerdo cualquiera.
Ya se acerca la mañana otra vez a robarnos la noche y a pensar que  no ha dejado huellas. Hay heridas sabés, que realmente no lo son,. Que no duelen, que son garantía de que algún día por fin seremos libres.                                                                          


Quizá porque mis pies y mi cabeza caminaron siempre en direcciones  opuestas. Quizá por eso hoy tengo tanta, tanta soledad de vos.
Hoy todavía llevo los colores que te robé.                                 

Río Gallegos - Enero de 2011.

No me llames extranjero.


No me llames extranjero,
por que haya nacido lejos,
o por que tenga otro nombre
la tierra de donde vengo.

No me llames extranjero,
por que fue distinto el seno
o por que acunó mi infancia
otro idioma de los cuentos.

No me llames extranjero
si en el amor de una madre,
tuvimos la misma luz
en el canto y en el beso,
con que nos sueñan iguales
las madres contra su pecho.

No me llames extranjero,
ni pienses de donde vengo,
mejor saber donde vamos,
adonde nos lleva el tiempo.

No me llames extranjero,
por que tu pan y tu fuego,
calman mi hambre y mi frío,
y me cobija tu techo.

No me llames extranjero
que es una palabra triste,
que es una palabra helada
huele a olvido y a destierro.

No me llames extranjero
mira tu niño y el mío
como corren de la mano
hasta el final del sendero.

No me llames extranjero,
mírame bien a los ojos,
mucho más allá del odio,
del egoísmo y del miedo,
y verás que soy un hombre,
no puedo ser extranjero.

Alberto Cortés.

miércoles, 12 de enero de 2011

La pura verdad.

Si ustedes lo permiten, prefiero seguir viviendo.
Después de todo y de pensarlo bien, no tengo motivos para quejarme o protestar, siempre he vivido en la gloria: nada importante me ha faltado.
Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor y miedo y apremio.
Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.
Me averguenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe, melancólica, débil, poco interesante, un abanico de plumas que el viento desprecia, caminito que el tiempo ha borrado.
Los impulsos mordieron mi juventud y ahora,
sin darme cuenta, voy iniciando una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a cualquiera o aburrir de golpe.
Mis errores han sido olvidados definitivamente;
mi memoria ha muerto y se queja con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.
El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme, pero lo he derrotado para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán algun día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la
Cenicienta, aunque algunos me recuerden con cariño o descubran mi zapatito y también vayan muriendo.
No descarto la posibilidad de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.
La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.
Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:
sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.
Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra; compartir este calor, esta fatalidad
que quieta no sirve y se corrompe. Puedo hablar y escuchar la luz y el color de la piel amada y enemiga y cercana.
Tocar el sueño y la impureza, nacer con cada temblor gastado en la huida. Tropiezos heridos de muerte; esperanza y dolor y cansancio y ganas. Estar hablando, sostener esta victoria,
este puño; saludar, despedirme
Sin jactancias puedo decir que la vida es lo mejor que conozco.

Francisco "Paco" Urondo.
Escritor y periodista argentino, nacido en 1930, fue director general de cultura de la provincia de Santa Fé y director del departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Militó en Montoneros y fué acribillado en Mendoza en 1976 en una emboscada preparada por una fuerza conjunta entre la policía y el ejército.
"Empuñé un arma porque busco la palabra justa"

El futuro.

Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle,
en el murmullo que brota de noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia
los completos de los subtes,
ni en los libros prestados
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes o una blusa.
Me enojaré amor mío, sin que sea por ti,
y compraré bombones pero no para ti,
me pararé en la esquina a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré las cosas que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel
donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles
y de puentes.
No estarás para nada,
no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente
trata de acordarse de ti.

Julio Cortázar.

martes, 11 de enero de 2011

La calle del agujero en la media.

Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad
y la mujer que amo con una boina azul.
Yo conozco la música de un barracón de feria

barquitos en botellas y humo en el horizonte.
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad.
Ni la noche tumbada sobre el ruido del bar
ni los labios sesgados sobre un viejo cantar
ni el afiche apagado del grotesco armazón
telaraña del mundo para mi corazón.
Ni las luces que siempre se van con otros hombres
de rodillas desnudas y de brazos tendidos.
Tenía unos pocos sueños iguales a los sueños
que acarician de noche a los niños dormidos.
Tenía el resplandor de una felicidad
y veía mi rostro fijado en las vidrieras
y en un lugar del mundo era un hombre feliz.
¿Conoce usted paisajes pintados en los vidrios?
¿Y muñecos de trapo con alegres bonetes?
¿Y soldaditos juntos marchando en la mañana
y carros de verduras con colores alegres?
Yo conozco una calle de una ciudad cualquiera
y mi alma tan lejana y tan cerca de mí
y riendo de la muerte y de la suerte y
feliz como una rama de viento en primavera.
El ciego está cantando. Te digo: ¡Amo la guerra!
Esto es simple querida, como el globo de luz
del hotel en que vives. Yo subo la escalera
y la música viene a mi lado, la música.
Los dos somos gitanos de una troupe vagabunda
alegres en lo alto de una calle cualquiera.
Alegres las campanas como una nueva voz.
Tú crees todavía en la revolución
y por el agujero que coses en tu media
sale el sol y se llena todo el cuarto de luz.

Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad,
una calle que nadie conoce ni transita.
Solo yo voy por ella con mi dolor desnudo
solo con el recuerdo de una mujer querida.

Está en un puerto. ¿Un puerto?
Yo he conocido un puerto.
Decir yo he conocido es decir: Algo ha muerto.

Raúl González Tuñón - 1930 

viernes, 7 de enero de 2011

Keny Arkana - Pueden matar hombres pero no matarán a la memoria.



Keny Arkana, nacida el 20 de diciembre de 1982 en Boulogne-Billancourt a las afueras de París, es una artista francesa (madre francesa y padre argentino). Sus comienzos en el rap se dieron en grupos como Mars Patrie y Etat-Major, consiguiendo experiencia en la escena underground de Marsella.
El Rap se presenta cada vez más en su vida, eso le lleva a dar sus primeros pasos en la escena. Se descubre, entonces una artista con un gigantesco interés social y un compromiso claramente revolucionario. Sus trabajos, editados a partir de 2003 la posicionan como uno de los miembros más representativos del rap reivindicativo.
Milita por causas próximas a la desobediencia civil con "la rage du peuple" (la rabia del pueblo), colectivo creado en 2004. Aunque no se define como seguidora de ningún partido, sus canciones están cargadas de mucho mensaje sociopolítico y cercanas a la ideología de izquierda
En el 2006 edita “La Rage”, la rabia, que hace referencia al problema social que hubo con los islámicos en Francia y con la quema de automóviles, lo cual fue noticia en el mundo entero
.
También rinde homenaje a Argentina en la canción Victoria (con letras en español a cargo de Claudio Ernesto Gonzalez).

domingo, 2 de enero de 2011

A mi hermano Haroldo.

Escuchamos el ruido del motor creciendo desde lejos. Estábamos en el muelle, de pie, esperando. Haroldo balanceaba el farol con un brazo; con el otro envolvía a Marta, que temblaba de frío. El faro buscahuellas atravesò la neblina y nos encontró. Saltamos a la lancha.
Remontamos un arroyo angosto, luego otro más ancho, y desenbocamos en el rìo. Me alcè en la popa. Haroldo se habìa parado a mi lado. Me hizo volverme y lo vi, un enorme sol de cobre estba invadiendo la boca del rìo. Haroldo conoce como pocos este mundo del delta. Sabe cuáles son los buenos lugares para pescar y cuáles los atajos y los rincones ignorados de las islas; conoce el pulso de las mareas y las vidas de cada pescador y cada bote, los secretos de la comarca y de la gente. Sabe andar por el delta como sabe viajar, cuando escribe, por los túneles del tiempo. Vagabundea por los arroyos o anda días y noches por el río abierto, a la ventura, buscando aquel navío fantasma en que navegó allá en la infancia o en los sueños; y mientras persigue lo que perdió va escuchando voces y contando historias a los hombres que se le parecen.
Triste, solo y manso, Haroldo vive al ritmo del río, que corre sin apuro. Cuando llega la violencia, le sube de a poco, como crece suavemente el agua, pero que se cuiden los hijos de puta: la corriente alzada arranca àrboles y casas: lo he vistoe mbestir y le conozco las furias.
¿Cuàntos naufragios sufriò mi hermano Haroldo, ademàs de aquel que le rompiò el barco contra las costas del Brasil? ¿Cuàntas veces creyò descubrir, en la bruma, la perdida nave azul? ¿Cuántas veces se reventò contra las rocas? ¿Para qué escribe mi hermano Haroldo si no es para salvarse y salvar lo que merece ser salvado?.
Los pescadores van y vienen por el Paranà. ¿Qué aventuras prometen o devuelven, hermano Haroldo, el rìo barroso y la alta mar? ¿Encontraràs lo que venìs persiguiendo, un mediodìa cualquiera, en el centro de las aguas o del cielo? ¿O has descubierto ya que tu navío imposible viaja por los caminos del jodido mundo? ¿Es dura la travesía hermano? ¿Andar duele? Al final del recorrido no està la etrenidad sino nosotos. No te detengas. No te vayas a caer, que te andamos precisando. El rìo se vuelca en la gran vertiente y moja y abraza las islas solitarias. Asì nos dan tus palabras agua y calorcito.
¿Está muerto? Quién sabe. Hoy hace una semana que lo arrancaron de su casa. Le vendaron los ojos y lo golpearon y se lo llevaron. Tenìan armas con silenciadores. Dejaron la casa vacía. Robaron todo, hasta las frazadas. Los diarios no publicaron una línea. Las radios no dijeron una palabra. El diario de hoy trae la lista completa de las victimas del terremoto de Udine, en Italia.
Hoy Marta me estrujò llorando, y me dijo: "Dame fuerzas". Ella estaba en la casa cuando ocurriò. Tambien a ella le habìan vendado los ojos. La dejaron despedirse y se quedó con un gusto a sangre en los labios.
Hoy hace una semana que se lo llevaron y yo ya no tengo còmo decirle que lo quiero y que nunca se lo dije por la vergüenza o la pereza que me daba.

Buenos Aires, 12 de mayo de 1976.

Eduardo Galeano - Extraído de "Haroldo Conti, Biografia de un cazador"

Haroldo Conti, además de escritor fue seminarista, vendedor, maestro rural, profesor de latín, piloto civil, empleado bancario, navegante y guionista de cine, entre otras ocupaciones.
Quien también fuera colaborador de la revista “Crisis” no tuvo un final feliz. El 5 de mayo de 1976 su secuestro fue llevado a cabo en el marco de la dictadura militar argentina por un Grupo de Tareas del Batallón 601 de inteligencia del glorioso Ejército Argentino. Desde entonces continúa desaparecido. No hay registro de su paso por ningún centro de detención clandestino.
"Mis novelas -afirmó Haroldo una vez- son bastante testimoniales, aunque uno al decir testimonial piensa enseguida en el testimonio de un marco social o político. Yo doy el testimonio de un hombre, y a través de él enfoco el contorno; generalmente doy testimonios de soledades. Creo que tocando la soledad de un hombre, se toca la soledad de muchos o quizá de todos".
Hacia sus últimos años, Conti buscó su camino en una lucha política clara, abierta y definida; apoyó la Revolución Cubana, cuyo descubrimiento lo deslumbró, y la tarea del sindicalista Agustín Tosco y los frentes legales que adherían al Partido Revolucionario de los Trabajadores en la Argentina.
"Me reconozco en las pequeñas cosas y las pequeñas vidas sin residuo de historia. En el inmenso tejido de los acontecimientos, de los gestos y de las palabras de que está compuesto el destino de un grupo humano. Prefiero quedarme, a riesgo de perderme con ellos, con el gesto y la palabra y no con el resumen, el hito o la pauta. Y acaso parte del compromiso o de la tarea consiste en eso. En contar una historia de los hombres y no la Historia a sacas. Yo soy escritor nada más que cuando escribo. El resto del tiempo me pierdo en la gente. Pero el mundo está tan lleno de vida, de cosas y sucesos, que tarde o temprano vuelvo con un libro".