Me creen malo, y lo sé – decía -. Pero me es igual. No quiero conocer a nadie excepto a los que aprecio, y a éstos les quiero tanto que hasta daría la vida por ellos; a los demás, los pisotearía si los hallara en mi camino. Tengo una madre inapreciable, que adoro, dos o tres amigos (tú uno de ellos) y en cuanto a los otros poco me importa que me sean útiles o perjudiciales. Todavía no me ha sido dado hallar la pureza celestial, la devoción que busco en la mujer. Si hallara una, le daría mi vida. Y las demás… – hizo un gesto despreciativo -. Puedes creerme que si aún me interesa la vida es porque espero hallar a esa criatura divina que me purificará, me regenerará, me elevará. Pero tú no puedes comprender esto…
León Tolstói
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