Por haber mentido mucho ganó un cielo
mezquino, a rehacer todos los días.
Por ser traidor hasta con la traición,
lo amaban las gentes honorables.
Exigía virtudes que no daba
y sonreía para que olvidaran.
No vivió. Lo vivían, un cuerpo despiadado
y una perra sedienta, Inteligencia.
Por no creer más que en lo bello
fue basura entre basuras
pero miraba todavía el cielo.
Está muerto, por suerte.
Ya andará algún otro como él.
Julio
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