y un póster clavado en el rincón,
un vaso de whisky, una corbata azul,
un delgado volumen de poemas de Rimbaud,
un caballo que corre como si el diablo
le estuvieran retorciendo la cola
sobre la hierba azul
y el griterío y después, de nuevo, el amor
como un coche que dobla la esquina puntual,
la ciudad a la espera, el vino y las flores,
el agua corriendo a través del lago,
y verano e invierno y verano y verano
y de nuevo invierno.
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