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viernes, 21 de septiembre de 2012

Anónimo IV


No llores junto a mi tumba;
yo no estoy allí. No estoy dormido.

Soy un millar de vientos que soplan.
Soy el diamante que brilla en la nieve
Soy la luz del sol sobre el trigo maduro.
Soy la suave lluvia de otoño
cuando despiertas en la quietud de la mañana,
soy el rumor de las alas de los pájaros
que vuelan rápida y silenciosamente en círculos.
Soy las estrellas tenues que brillan por la noche.

No llores junto a mi tumba.

Yo no estoy allí; no he muerto.

Lo encontré en varias páginas pero en ninguna consta el autor. Me hizo recordar a Roque Dalton: "Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre porque se detendría la muerte y el reposo."

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