No sos hogar con chimenea ni verde pradera ni paraíso soñado, ni siquiera sendero de azules piedras. Sos país sin nombre, terreno incierto, negro laberinto sin nada parecido a la esperanza.
No sos tabla salvadora en medio de la mar en una tarde veraniega, sino un cielo furioso descargando tormenta, ola despiadada que me arrastra a tu fondo de parias y de exilios.
No sos vaivén, ni cadencia de ojos cerrados, viejo amor que aún me espera a las puertas del destino. Seguís siendo vértigo caliente, sombra interminable, presencia oscura sin memorias ni palabras ni testigos.
Vos y tus noches de silencios cósmicos, de arcanos de hielo. Y yo y mi vida de gato lejano mirando a la luna.
Río Gallegos - Junio de 2011
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