El 1 de junio de 1977 tres personas entraron a la Escuela Nacional de Educación Técnica 25, del barrio de Once, se identificaron como parientes de un alumno y preguntaron por Roberto Santoro. Sabían que el hombre al que buscaban, nacido en abril de 1939, además de preceptor era militante revolucionario del PRT-ERP , poeta, editor no convencional y que había denunciado los secuestros de los escritores Haroldo Conti y Alberto Costa. Al día de la fecha, engrosa la lista de detenidos desaparecidos.
“Hasta aquí los datos que poseo. El presidente, no obstante, habla de la libertad y de la democracia. Se liberan los precios. Hay cesantías en masa. Distribuyen una cartilla para prevenir actividades subversivas en las escuelas. El presidente dice que rechaza la prensa complaciente, la planta Ford de General Pacheco, que ocupa 4800 trabajadores, cierra por cinco semanas. EEUU acepta el plan del ministro de Economía, hombre ligado a los monopolios; los obispos hablan de paz y rezan, solo rezan. Lo cierto es que los compañeros siguen presos y es necesario que ustedes, a través de la Confederación de Escritores Latinoamericanos, nos den una mano, la de la solidaridad y a favor de la causa popular testimonien el atropello de las burguesías sobre el proletariado. Hermanos, discúlpenme la letra, no tengo máquina donde estoy. Compréndanme, compréndannos. De todas maneras somos optimistas. Esto recién ha comenzado. El presente es de lucha, el futuro es nuestro." (Junio de 1976)
Trabajos editados: Oficio desesperado (1962), El último tranvía (1963), De tango y los demás (1963), Nacimiento en la tierra (1964), Pedradas con mi Patria (1964), Desafío (1972), Uno más uno humanidad (1972), Cuatro canciones y un vuelo (1973), Poesía en general ( 1973), Las cosas claras (1973) y No negociable (1974).
“Roberto Santoro: Sangre grupo A, factor RH negativo, 34 años, una hija, 12 hs. diarias a la búsqueda absurda, castradora, inhumana, del sueldo que no alcanza. Dos empleos. Vivo en una pieza. Hijo de obreros, tengo conciencia de clase. Rechazo ser travesti del sistema, esa podrída máquina social que hace que un hombre deje ser un hombre, obligándolo a tener un despertador en el culo, in infarto en el cuore, una boleta de prode en la cabeza y un candado en la boca.”
"Si se escapa esta rabia que llamamos esperanza, si un día se va, yo crucifico al amor y después de enterrar a mis hermanos, me voy con el tranvía de la muerte a clausurar mi corazón en una plaza."
"Si se escapa esta rabia que llamamos esperanza, si un día se va, yo crucifico al amor y después de enterrar a mis hermanos, me voy con el tranvía de la muerte a clausurar mi corazón en una plaza."
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