El perro
El poema no pide de comer.
Come los pobres platos
que gente sin vergüenza o pudor
le sirve en medio de la noche.
La palabra divina ya no existe.
¿Qué puede hacer el poema,
sino contentarse con lo que le dan?
Después aullará por ahí sin respuesta,
será otro perro perdido
en la ciudad impiadosa.
Juan Gelman
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