También estaba el tedio
de tener que explicarles a los niños
palabras como pueblo indio,
oso pardo, ballena azul o lince ibérico.
Pero esto eran minucias, sacrificios
en nada comparables con el sufrido
por aquellos que ahora nos decían
"hijos de nuestra sangre", tan severos.
Aunque a veces, es cierto, no era fácil,
simplemente intentamos ir viviendo
haciendo caso omiso al comezón
al vacío que moraba en nosotros,
hijos de la bonanza,
los hijos de los hijos de la ira,
herederos de todos los despojos.
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