Yo nunca me río de la muerte. Simplemente sucede que no tengo miedo de morir entre pájaros y arboles.
Yo no me río de la muerte. Pero a veces tengo sed y pido un poco de vida, a veces tengo sed y pregunto diariamente y como siempre sucede que no hallo respuestas sino una carcajada profunda y negra. Ya lo dije, nunca suelo reir de la muerte, pero sí conozco su blanco rostro, su tétrica vestimenta.
Yo no me río de la muerte. Sin embargo, conozco su blanca casa, conozco su blanca vestimenta, conozco su humedad y su silencio. Claro está, la muerte no me ha visitado todavía y uds. preguntarán ¿qué conoces? No conozco nada. Es cierto también eso. Empero, sé que al llegar ella yo estaré esperando, yo estaré esperando de pie o tal vez desayunando. La miraré blandamente (no se vaya a asustar) y como jamás he reído de su túnica, la acompañaré, solitario y solitario.
Javier Heraud, 1942-1963
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