Al cabo de las tierras y los días de horarios y partidas y llegadas y aeropuertos comidos por la niebla enfermo de países y kilómetros y rápidos hoteles compartidos. Luego de esperas prisas y rostros y paisajes diferentes y seres encandilados por el olvido o abiertamente besados por la vida. Después de aquella amada y esa otra apenas entrevista mujeres atrapadas por mi soledad y ahogadas por las bellas catástrofes. Luego de la violencia y el deseo de comenzarlo todo nuevamente y los errores y los malentendidos cotidianos y los hábitos torrenciales del trópico y noches acariciadas por el alcohol y tabaco fumado con tanta incertidumbre. Al cabo de un nombre que no me atrevo a decir y de alguien que yo llamaba Irene de cierta voz cierta manera de clavar los ojos. Al cabo de mi fé en el entendimiento de los hombres y en el corazón de ciudades y pueblos que nunca sabrán de mí. Luego de tanta tentativa de huirme o enfrentarme y comprender que estoy solo pero no estoy solo. Al cabo de amores corroídos y límites violados y de la certidumbre de que toda la vida no es más que los escombros de otra que debió haber sido. Al cabo del hachazo irreparable del tiempo sólo puedo blandir estas palabras esta obstinación de años y distancias que se llama poesía.
Mario Trejo
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