Hijo, tu voz irá sobre las noches puras
recogiendo el temblor de las altas espigas.
Se curvarán en tí las canciones maduras.
Conducirán los vientos la palabra que digas.
El mundo se hará luz en tus pupilas, hijo
y este rumor que llevo de vuelos y colmenas,
irá, como la sombra azul de un crucifijo,
sobre la ramazón florida de tus venas.
Hijo, retoño puro y almohada de mi muerte,
flecha que se escapó de mi arco hacia el futuro,
yo lo daría todo para formarte fuerte.
Perdóname, hijo mío, si eres triste y oscuro
Perdóname si tu alma continua las voces
que en mí nacen y caen como alas vencidas.
Si algún día tienes pena por lo que no conoces
es que te están doliendo mis heridas.
No quisiera traer tu sollozo a la vida.
Y en la mirada de ella te siento ya venir,
eres como una dulce música conocida
sobre los ventanales claros del porvenir
Hijo, cuando se cierren los ojos de tu padre
¿por que ruta irá tu flauta aventurera?
Tu recuerdo será suavidad en la tarde
y lágrima en la fiesta del huerto en primavera.
Oscar Castro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario