Es veinticinco, y es septiembre del año setenta y dos. Es un departamento en el que no amanece, a pesar de que la ciudad se empeña en demostrar lo contrario.
Adentro siempre es de noche y hay silencio. Alejandra está allí. A su pesar deja un último verso. "No quiero ir más que hasta el fondo". Luego pastillas y ya nada más. No sentir, no ser... nunca más.
"El viento y la lluvia me borraron como a un fuego, como a un poema escrito en un muro."
Alejandra
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