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domingo, 26 de septiembre de 2010

Breve historia de mis pies.

Camino. Camino entre la noche y mi sueño, más del otro lado que de este, tratando que mis pasos no me lleven a tu puerta ni tu casa ni tu calle ni siquiera me crucen en tu vida. Camino con el viento comó único amigo y a fuerza de ser sincero me gusta oir cantar al viento su vieja música de viento. Sabio e ignorado salvo por solitarios, poetas y locos, esos que ven oro en el polvo y fantasmas en la lluvia. Y me gusta. Me gusta caminar esos mil caminos que no llevan a ninguna parte con la noche de testigo y esos mil vientos sin metas ni barreras. Me gustan porque huelen a libertad.
Vuelan las calles. Ciento-veinte-pasos-hasta-la-esquina y luego una calle más.
¿Qué se hizo de ese chico demasiado flaco y de anteojos demasiado gruesos que se preguntaba si era uno el que caminaba o era el mundo que se movía bajo nuestros pies?
¿Qué se hizo, en qué parte del camino mis ojos perdieron brillo?
La noche me arrebata, más mía que nunca. La noche celosa y mujer, más que nunca. Me habla al oído y me llama y hechiza. La noche con vicios de sirena.
La noche me envuelve, me arropa su oscura sombra. La noche me lleva y me dejo llevar ya sin bostezos. Y camino.


Río Gallegos - Septiembre del 2010.

1 comentario:

  1. Caminar porque sí, porque tenemos pies y fuerzas y ánimos que nos empujan. Y aparecer de pronto en una esquina cualquiera, a la vuelta de cuarquier lado, a diez cuadras ( o 20, 0 30) de quien sabe dónde..

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