El desorden, al envejecer, se fija, se fosiliza y adquiere así la apariencia del orden, pero solo porque está inmóvil, porque está muerto. Un desorden muerto se corrompe, hiede, contamina la vida con su podredumbre. Entonces es necesario crear un desorden totalmente nuevo que lo sustituya. Pero no cualquier desorden, sino uno que consuma lo viejo y purifique la vida: un desorden creador, por el cual circule la sangre siempre renovada de lo vital.
Aldo Pelegrino
(Arte: Proyecto Tehom o Abismo de Angelo Musco)
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