Regresa a este mundo silencioso,
atrapa entre lenguas los líos que se anudan,
hiéreme con el lenguaje displicente,
lleva en los contornos las caricias que retornan.
Sin hablar, ni llorar, ni cantar,
tan solo silbar y hacerlo mal,
protestando entre tendones y agujas,
que me entiendas en palabra,
en mirada y en silencio,
un sitio donde ver y engullir
y asir las virtudes de la nada.
Grita en el sollozo del sueño,
en el nocturno del haber,
vuelcate sobre la piel escarpada,
hazme saber que aún existes.
Estela Velasco, mengana poeta
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