Desciendo de la noche con una niebla de algodón en los ojos, bebiendo el mal café del amanecer en esta soledad de a dos. Este amor de papel no miente, me corre caliente en la sangre, solo que el papel se convierte en cenizas con tan asombrosa facilidad.
Siento su imagen como en un espejo roto, con su loca, dislocada geometría astillada en infinitas grietas. Me mira en silencio, sin palabras porque no hace falta. Los ojos hablan durante horas en los tres segundos que dura esa mirada. La sonrisa rota que se vuelve soñadora. La noche late a un compás de espera. Nosotros, tan diferentes y curiosamente tan iguales en la noche.
Siento su imagen como en un espejo roto, con su loca, dislocada geometría astillada en infinitas grietas. Me mira en silencio, sin palabras porque no hace falta. Los ojos hablan durante horas en los tres segundos que dura esa mirada. La sonrisa rota que se vuelve soñadora. La noche late a un compás de espera. Nosotros, tan diferentes y curiosamente tan iguales en la noche.
Y vos? Siento tus pensamientos como ecos. Sos más de una y a la vez única. ¿En qué oscuro rincón del alma se olvidaron de quererte? Te sigo rondando como un perro torpe. Podríamos vivir en dos planetas diferentes y sin embargo nunca estaríamos tan cerca el uno del otro.
Quiero irme de paseo una de estas noches por tu espalda. Poseer cada diente, cada cabello, cada hueso, cada gota de tu sangre.
Hay tiempos que terminan. Los primeros son los tiempos de sonreír sin alegrías.
Ciudad de almas perdidas, cuidad del último dolor.
Cuando llegue el invierno del otro lado del mundo, la tristeza colgará de los árboles y habrá días de frío silencio y noches de áspera nostalgia. Cuando llegue el invierno llegará el recuerdo y el sol será incoloro y la luna colgará eterna pero amarga. Cuando llegue el invierno…
Vivir sin mañana y sin ayer. No-ser. No-existencia. Solo su sombra caminando junto a la mía.
Ya tengo mi tragedia de tres centavos al final del arco iris.