Han venido. Invaden la sangre.
Huelen a plumas, a carencias, a llanto.
Pero tú alimentas al miedo y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas como la serpiente
loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
Alejandra
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