Ah ¿quién me salvará de existir?
Fernando Pessoa.
Dijo el fulano presuntuoso
- Hoy en el consulado
obtuve el habitual
certificado de existencia.
Consta aquí que estoy vivo
de manera que basta de calumnias.
Este papel soberbio, irrefutable
atestigua que existo.
Si me enfrento al espejo
y mi rostro no está
aguantaré sereno, despejado.
¿No llevo acaso en la cartera
mi recién adquirido
mi flamante certificado de existencia?
Vivir después de todo
no es tan fundamental.
Lo importante es que alguien
debidamente autorizado
certifique que uno
probadamente existe.
Cuando abro el diario y leo
mi propia necrológica
me apena que no sepan
que estoy en condiciones
de mostrar dondequiera y a quien sea
un vigente, prolijo y minucioso
certificado de existencia.
Existo, luego pienso.
¿Cuántos zutanos andan por la calle
creyendo que están vivos
cuando en rigor carecen del genuino
irremplazable, soberano
certificado de existencia?
Mario Benedetti..
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