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viernes, 28 de marzo de 2014

A Leopoldo M. Panero, in memoriam

Dicen las malas lenguas que ha muerto, que ha encontrado al fin el abismo último. Dicen que ha muerto el poeta que fué la locura. Dicen que dicen que se alimentaba de ella y la vomitaba en letras. Dicen que, ignorado y apartado de toda pompa y sorna académica, ya completamente a salvo de la camisa de fuerza que le impusieron, se ha ido en la mañana del cinco de marzo de este 2014. No esperó a mañana. Dicen que otro de nuestros locos malditos se ha muerto.


Los ángeles cabalgan a lomos de una tortuga
Y el destino de los hombres es arrojar piedras a la rosa
Mañana morirá otro loco
De la sangre de sus ojos nadie, sino la tumba,
sabrá mañana nada.
(de Poemas del manicomio de Modragón)
 
Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo.
Y tengo la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé,
(La canción del croupier del Mississipi - Fragmento) 
 
Mi corazón temblaba y no era un sueño
fueron muriendo todos los soldados de la guardia del rey
y mi corazón seguía temblando.
(de Papá, dame la mano que tengo miedo)
 
Aquí estoy yo, Leopoldo María Panero
hijo de padre borracho
y hermano de un suicida
perseguido por los pájaros y los recuerdos
que me acechan cada mañana
escondidos en matorrales
gritando por que termine la memoria
y el recuerdo se vuelva azul,
y gima rezándole a la nada porque muera.
(De Esquizofrénicas o La balada de la lámpara azul)
 
Ah, el hombre al que nadie quiere, ah, el hombre sin nadie, el borracho en el límite del abismo. Ah, el hombre enemigo del hombre, el hombre que ya no es hombre, sino una equis en la ecuación. Ah, el temor más horrible, más horrible que un ángel es ser un hombre, alguien machacado por la vida, destruido por la letra: hubo aquí alguien que existió y se llamó “Panero”.

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