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Nos mudamos de espacio. Enlace permanente a nuestro espacio menor.

miércoles, 19 de febrero de 2014

El extraño - Fragmento

Visiones de H. P. Lovecraft - Novela gráfica de Hernán Rodríguez
Desdichado es aquel a quien sus recuerdos infantiles sólo traen miedo y tristeza. Desgraciado aquel que vuelve hacia atrás y sólo ve horas de triste soledad en bastos y lúgubres recintos de cortinados marrones y alucinantes hileras de antiguos volúmenes o hacia pavorosas vigilias a la sombra de árboles descomunales y grotescos, cargados de enredaderas, que agitan silenciosamente en las alturas sus ramas retorcidas. Esto es lo que los dioses me dieron a mí, el aturdido, el desilusionado, el estéril, el  desarraigado. Sin embargo me siento extrañamente satisfecho y me aferro con desesperación a aquellos marchitos recuerdos cada vez que mi mente amenaza con ir más allá.

H.P. Lovecraft

viernes, 14 de febrero de 2014

La leyenda de 1900 (o la leyenda del pianista en el océano) - Fragmento II

- Dentro de tres días cuando lleguemos a Nueva York, abandonaré este barco.
- Me alegro, pero ¿así de repente?
- Tengo que ver algo allí.
- Qué?
- El océano.
- ¿Me estás tomando el pelo? No has visto otra cosa desde que naciste.
- Desde aquí. Quiero verlo desde allí, no es la misma cosa.
- Espera a que atraquemos, asómate por el costado y échale una mirada, es lo mismo.
- No, no es lo mismo. Desde tierra puedes escuchar su voz. No puedes hacerlo desde un barco.
- ¿Qué quieres decir con escuchar su voz?
- Su voz. Su voz es como un gran grito, diciéndote que la vida es inmensa. Una vez que la hayas escuchado, sabes que tienes que hacer para seguir viviendo. Podría quedarme aquí por años pero el mar no me diría nada. Pero si desciendo y vivo en tierra un par de años, sería normal, como todos los demás. Luego un día me iré a la costa, alzaré la vista, veré el océano y lo escucharé gritar.

jueves, 13 de febrero de 2014

Cómo descubrir un secreto

Ángel - Vitreaux de Fabiana Díaz - Muestra veinte13
Complejo Cultural Santa Cruz
No sé si de veras descubrí alguna vez el secreto de Sturgeon. Resulta bastante difícil cortar el gas hilarante con un bisturí. El ingenio y la espontaneidad son demasiado evasivos, materiales brillantes y gaseosos que pronto estallan y se esfuman. Levantas la mano para señalar un latido de fuegos artificiales en el cielo de verano, gritas "¡Mira!" y bajas la mano porque, mientras intentabas tocar la maravilla, la maravilla se desvaneció.
 
Ray Bradbury - Fragmento del prólogo a Without Sorcery de Théodore Sturgeon, 1948

jueves, 6 de febrero de 2014

Éxodo

Ermitaño - Acrílico de Rafael Coronel - 2004
En lo alto del día eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas
el perpetuo exiliado que en el desierto
mira crecer hondas ciudades que en el sol retroceden
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo
atónito y sin embargo cierto de haber negado todo
el que abre la mano y recibe la noche.

José Emilio Pacheco

miércoles, 5 de febrero de 2014

La leyenda de 1900 (o la leyenda del pianista en el océano)


- ¿Qué has estado haciendo todos estos años?
- Música.
- ¿Aún durante la guerra?
- Aún cuando nadie bailaba. Aún cuando las bombas estaban cayendo. Seguí tocando hasta que el barco llegó aquí. 
- Ven conmigo. Veremos los fuegos artificiales desde el muelle, luego comenzaremos desde la nada. A veces así son las cosas, tienes que volver al comienzo. El mundo escucharía cada palabra tuya, enloquecerían por tu música.
- Toda esa cuidad… simplemente no se podía ver el final. El final. Por favor ¿puedes mostrarme dónde termina? Yo estaba muy bien en esa pasarela y estaba contento también y no tenía dudas sobre bajarme. Ese no era el problema. No fue lo que vi lo que me detuvo. Fue lo que no vi ¿puedes entender eso? Lo que no vi. En esa ciudad caótica había de todo excepto un final. No tenía un final, lo que no podía ver era el lugar donde terminaba. El fin del mundo.
Toma un piano por ejemplo. Las teclas comienzan, las teclas terminan. Saber que hay 88 de ellas y nadie puede decirte lo contrario. No son infinitas, tú eres el infinito, y en esas 88 teclas la música que puedes hacer también es infinita. Me gusta eso. Con eso puedo vivir. Pero me subes a esa pasarela y extiendes un teclado con millones de teclas y esa es la verdad, no tiene fin, ese teclado es infinito. Pero si ese teclado es infinito no hay música que puedas tocar. Estás sentado en el banquillo equivocado. Ese es el piano de Dios.
Viste las calles? Hay miles de ellas ¿Cómo eliges sólo una? Una mujer, una casa, una porción de tierra propia, un paisaje para contemplar, una forma de morir. Todo ese mundo sobre ti sin que tú sepas donde termina ¿No tienes miedo de volverte loco de sólo pensar en ello? Nací en este barco, el mundo me pasó de largo. Aprendí a vivir de esa manera. La tierra… la tierra es un barco demasiado grande para mí. Es una mujer demasiado hermosa. Es un viaje demasiado largo. Un perfume demasiado fuerte. Es una música que no sé cómo tocar. No puedo bajarme de este barco. A lo sumo puedo hacerme a un lado de mi vida.

martes, 4 de febrero de 2014

The Shawshank Redemption

Aquellos de nosotros que lo conocimos bien hablábamos seguido de él y de las cosas que hizo. Aunque a veces me ponía triste, Andy ya no estaba. Tenía que recordarme a mi mismo que algunas aves no deben estar enjauladas, sus plumas son muy brillantes. Cuando vuelan y se van, la parte de ti que sabe que era un pecado mantenerlo encerrado se alegra, pero igual el lugar en el que estaba se siente tan abandonado y solitario porque ya no están. Creo que sencillamente extraño a mi amigo.

Mamá morfina

Querida, dulce, buena, humana mamá morfina. Que tú, solo tú, dulcísima mamá morfina, me has querido bien, como esperaba. Me has amado totalmente. Yo soy el fruto de tu sangre. Que sólo tú lograste que me sienta seguro. Que sólo tú lograste darme la felicidad indispensable para sobrevivir. Que tú me has dado una casa, un hotel, un puente, un tren, un portón y yo los he aceptado; que tú me has dado todo el universo amigo. Que yo a los 15 años acepté vivir como ser humano sólo porque estabas tú. Que te has ofrecido a crearme otra vez. Que tú me enseñaste a dar mis primeros pasos. Que he aprendido a decir la primera palabra. Que he probado los primeros sufrimientos de la nueva vida.  Que he sentido los placeres de la nueva vida. Que aprendí a vivir como siempre he soñado vivir. Que aprendí a vivir bajo los innumerables corazones, atenciones de mamá morfina. Que me salvaste de un suicidio. Que no podré renegar más de mi pasado. Que me has dado tanto.  

Eros Alesi (1951-1971) - Los pocos poemas que se le conocen fueron publicados por primera vez en 1973, dos años después de su suicidio.