Ahora tengo la cabeza despejada —pensó—. Demasiado despejada. Estoy tan claro como las estrellas que son mis hermanas. Con todo, debo dormir. Ellas duermen y la luna y el sol también duermen y hasta el océano duerme a veces, en ciertos días, cuando no hay corriente y se produce una calma completa.
Ernest Hemingway
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