Me da vértigo el punto muerto y la marcha atrás
vivir en los atascos,
los frenos automáticos y el olor a gasoil.
Me angustia el cruce de miradas,
la doble dirección de las palabras
y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me da pena la vida,
los cambios de sentido,
las señales de stop,
y los pasos perdidos.
Me agobian las medianas,
las frases que estas hechas,
los que nunca saludan y los malos profetas.
Me fatigan los Dioses bajados del Olimpo
a conquistar la tierra
y los necios de espíritu.
Me entristecen quienes venden clines
en los pasos de cebra,
los que enferman de cáncer,
y los que son simples marionetas.
Me aplasta la hermosura de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barra,
el baile de etiquetas.
Me arruinan las prisas y la falta de estilo,
el paso obligatorio,
las tardes de domingo y hasta la linea recta.
Me enervan los que no tienen dudas,
y aquellos que se aferran a sus ideales
sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto trafico
y tanto sin sentido.
Parado frente al mar mientras el mundo gira...
Francisco M. Ortega
los frenos automáticos y el olor a gasoil.
Me angustia el cruce de miradas,
la doble dirección de las palabras
y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me da pena la vida,
los cambios de sentido,
las señales de stop,
y los pasos perdidos.
Me agobian las medianas,
las frases que estas hechas,
los que nunca saludan y los malos profetas.
Me fatigan los Dioses bajados del Olimpo
a conquistar la tierra
y los necios de espíritu.
Me entristecen quienes venden clines
en los pasos de cebra,
los que enferman de cáncer,
y los que son simples marionetas.
Me aplasta la hermosura de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barra,
el baile de etiquetas.
Me arruinan las prisas y la falta de estilo,
el paso obligatorio,
las tardes de domingo y hasta la linea recta.
Me enervan los que no tienen dudas,
y aquellos que se aferran a sus ideales
sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto trafico
y tanto sin sentido.
Parado frente al mar mientras el mundo gira...
Francisco M. Ortega
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