Acercaos al borde, les dijo.
Tenemos miedo, respondieron.
Acercaos al borde, les dijo.
Se acercaron.
Él les empujó y salieron volando...
Guillaume Apollinaire
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lunes, 18 de febrero de 2013
domingo, 17 de febrero de 2013
Niño del fin del mundo
Niño del fin del mundo
te traigo los abrazos que precises.
Mis ultimas y pobres barricadas,
todo un mundo por cambiar
y el corazón en esta retirada.
(Agarrate Catalina)
lunes, 11 de febrero de 2013
Y siempre serás la que yo soñé
Como dice la canción "Mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy". Mi Yolanda y mi unicornio azul. Ilsa Lazlo suspirando en el aeropuerto. Frida vistiendo su tehuana. Chavela dejándose el alma "y yo sin saber que hacer de aquel olor a mujer, a mango y a caña nueva". La dulce Carola sirviendo sopa de cebollas. Todas mis chicas Almodóvar juntas. Es la Maga abriendo un paraguas en el Pont des Arts.
Nocturno VIII
Aquí, solo en la noche, ya es posible la muerte.
Puedo cerrar los ojos y apagar las estrellas.
Puedo cerrar los ojos y pensar que ya he muerto.
Puedo matar tu nombre pensando que no existes.
Ahora, solo en la noche, sé que todo lo puedo.
Puedo extender los brazos y morir en la sombra,
y sentir el tamaño del mundo en mi silencio.
Puedo cruzar los brazos mirándote desnuda,
y navegar por ríos que nacen en tu sueño.
Sé que todo lo puedo porque la noche es mía,
la gran noche que tiembla de un extraño deseo.
Sé que todo lo puedo, porque puedo olvidarte:
Sí. En esta sombra, solo, sé que todo lo puedo.
Y ya ves: me contento con cerrar bien los ojos
y apagar las estrellas y pensar que me he muerto.
José Ángel Buesa
Puedo cerrar los ojos y apagar las estrellas.
Puedo cerrar los ojos y pensar que ya he muerto.
Puedo matar tu nombre pensando que no existes.
Ahora, solo en la noche, sé que todo lo puedo.
Puedo extender los brazos y morir en la sombra,
y sentir el tamaño del mundo en mi silencio.
Puedo cruzar los brazos mirándote desnuda,
y navegar por ríos que nacen en tu sueño.
Sé que todo lo puedo porque la noche es mía,
la gran noche que tiembla de un extraño deseo.
Sé que todo lo puedo, porque puedo olvidarte:
Sí. En esta sombra, solo, sé que todo lo puedo.
Y ya ves: me contento con cerrar bien los ojos
y apagar las estrellas y pensar que me he muerto.
José Ángel Buesa
En ocasiones es mejor no salir
El sillón se siente más mullido
la luz en la ventana
tiene un toque más sagrado
con sus mil partículas de polvo en movimiento
la tarde se hace pesada, perezosa
quizá como un gato enroscado en la ventana.
A veces es mejor quedarse
a ver el mundo desde adentro
regocijarse en inventar
encuentros imposibles.
Invitar a la araña escondida
detrás de la cornisa
a tejer su tela en la puerta
para no dejar entrar a nadie
Marta Sepúlveda
domingo, 10 de febrero de 2013
Verano 1956
Tanto miedo
Alejandra
tanto miedo
la nada
te espera la nada
¿por qué temer? ¿por qué?
por más imaginación que tenga
no puedo esbozar la muerte
no puedo pensarme muerta
¿he de tener esperanzas?
¿he de ser eterna?
¿qué es entonces este vacío que me recorre?
¿qué es entonces la nada que camina por mi ser?
Sólo sé que no puedo más
siento envidia del lector aún no nacido que leerá mis poemas
yo ya no estaré.
No comprendo el anhelo de «lo fantástico», ni a la literatura de «misterio». Es que ¿es posible hallar más misterio que en la propia existencia?
¿Qué tienen los viajes que producen tanta alegría? Aun el más breve sugiere algo a modo de renovación, o de muerte.
Alejandra Pizarnik
Alejandra
tanto miedo
la nada
te espera la nada
¿por qué temer? ¿por qué?
por más imaginación que tenga
no puedo esbozar la muerte
no puedo pensarme muerta
¿he de tener esperanzas?
¿he de ser eterna?
¿qué es entonces este vacío que me recorre?
¿qué es entonces la nada que camina por mi ser?
Sólo sé que no puedo más
siento envidia del lector aún no nacido que leerá mis poemas
yo ya no estaré.
No comprendo el anhelo de «lo fantástico», ni a la literatura de «misterio». Es que ¿es posible hallar más misterio que en la propia existencia?
¿Qué tienen los viajes que producen tanta alegría? Aun el más breve sugiere algo a modo de renovación, o de muerte.
Alejandra Pizarnik
Sobre la infancia
Jairo Aníbal Niño
Preguntas al azar
Benedetti, Mario
Ideario
Me da vértigo el punto muerto y la marcha atrás
vivir en los atascos,
los frenos automáticos y el olor a gasoil.
Me angustia el cruce de miradas,
la doble dirección de las palabras
y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me da pena la vida,
los cambios de sentido,
las señales de stop,
y los pasos perdidos.
Me agobian las medianas,
las frases que estas hechas,
los que nunca saludan y los malos profetas.
Me fatigan los Dioses bajados del Olimpo
a conquistar la tierra
y los necios de espíritu.
Me entristecen quienes venden clines
en los pasos de cebra,
los que enferman de cáncer,
y los que son simples marionetas.
Me aplasta la hermosura de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barra,
el baile de etiquetas.
Me arruinan las prisas y la falta de estilo,
el paso obligatorio,
las tardes de domingo y hasta la linea recta.
Me enervan los que no tienen dudas,
y aquellos que se aferran a sus ideales
sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto trafico
y tanto sin sentido.
Parado frente al mar mientras el mundo gira...
Francisco M. Ortega
los frenos automáticos y el olor a gasoil.
Me angustia el cruce de miradas,
la doble dirección de las palabras
y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me da pena la vida,
los cambios de sentido,
las señales de stop,
y los pasos perdidos.
Me agobian las medianas,
las frases que estas hechas,
los que nunca saludan y los malos profetas.
Me fatigan los Dioses bajados del Olimpo
a conquistar la tierra
y los necios de espíritu.
Me entristecen quienes venden clines
en los pasos de cebra,
los que enferman de cáncer,
y los que son simples marionetas.
Me aplasta la hermosura de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barra,
el baile de etiquetas.
Me arruinan las prisas y la falta de estilo,
el paso obligatorio,
las tardes de domingo y hasta la linea recta.
Me enervan los que no tienen dudas,
y aquellos que se aferran a sus ideales
sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto trafico
y tanto sin sentido.
Parado frente al mar mientras el mundo gira...
Francisco M. Ortega
Dinosaurios
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Y cuando despertó, el dinosaurio seguía allí. Rondaba tras la ventana tal y como sucedía en el sueño. Ya había arrasado con toda la ciudad, menos con la casa del hombre que recién despertaba entre maravillado y asustado. ¿Cómo podía esa enorme bestia destruir el hogar de su creador, de la persona que le había dado una existencia concreta? La criatura no estaba conforme con la realidad en la que estaba, prefería su hábitat natural: las películas, las láminas de enciclopedias, los museos... Prefería ese reino donde los demás contemplaban y él se dejaba estar, ser, soñar. Y cuando el dinosaurio despertó, el hombre ya no seguía allí.
(El dinosaurio, Marcelo Báez)
Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado "El dinosaurio".
-Ah, es una delicia -me respondió- lo estoy leyendo.
(La culta dama, José de la Colina)
(El dinosaurio, Augusto Monterroso)
Cuando el dinosaurio despertó, los dioses todavía estaban allí,
inventando a la carrera el resto del mundo.
(Otro dinosaurio, Eduardo Berti)
Cuando despertó, suspiró aliviado: el dinosaurio ya no estaba allí.
(El dinosaurio, Pablo Urbanyi)
Cuando despertó, el dinosaurio le dijo: "Buenos días".
(El dinosaurio educado, Fabián Vique)
Cada soñador (¿o habría que decir durmiente?) tiene su dinosaurio,
aunque lo común es que no lo encuentre al despertar. Soñadores impacientes despiertan
siempre antes de que sus dinosaurios lleguen y dinosaurios impacientes se van
antes de que sus soñadores despierten. Lo admirable del cuento de Monterroso consiste
en presentar el único caso en el que el tiempo del soñador coincidió con la
paciencia del dinosaurio y la impaciencia de un considerable número de
lectores.
(Los dinosaurios, el dinosaurio, Raúl Brasca)
Y cuando despertó, el dinosaurio seguía allí. Rondaba tras la ventana tal y como sucedía en el sueño. Ya había arrasado con toda la ciudad, menos con la casa del hombre que recién despertaba entre maravillado y asustado. ¿Cómo podía esa enorme bestia destruir el hogar de su creador, de la persona que le había dado una existencia concreta? La criatura no estaba conforme con la realidad en la que estaba, prefería su hábitat natural: las películas, las láminas de enciclopedias, los museos... Prefería ese reino donde los demás contemplaban y él se dejaba estar, ser, soñar. Y cuando el dinosaurio despertó, el hombre ya no seguía allí.
(El dinosaurio, Marcelo Báez)
Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado "El dinosaurio".
-Ah, es una delicia -me respondió- lo estoy leyendo.
(La culta dama, José de la Colina)
domingo, 3 de febrero de 2013
Lugares comunes
No sé si hay una historia o si esto será un diario o un cuaderno de notas. Sé que hay desorden, decepción, desconcierto. Hay un país que nos destruye, un mundo que nos expulsa. Un asesino difuso que nos mata día a día sin que nos demos cuenta. No tengo respuesta. Escribo desde el caos en plena oscuridad.
Adolfo Aristarain
Los jingles de la soledad
Hubo alguna vez en que alguien se tocó los ojos y supo que no era un tiempo de lágrimas. Después, fueron varios los que entonaron su balada, sin apuro. Y en la ciudad hubo momentos que la tristeza no logró conquistar.
Miguel Grinberg - Cómo vino la mano (sobre los orígenes del rock nacional)
Loca ella y loco yo
Nos sale a saludar la gente linda
y loco pero tuyo, qué sé yo
provoco campanarios con la risa
y al fin te miro y canto a media voz...
y loco pero tuyo, qué sé yo
provoco campanarios con la risa
y al fin te miro y canto a media voz...
Quereme así piantao piantao piantao
trepate a esta ternura de locos que hay en mí
ponete esta peluca de alondras y volá
volá conmigo ya, vení volá vení.
trepate a esta ternura de locos que hay en mí
ponete esta peluca de alondras y volá
volá conmigo ya, vení volá vení.
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