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domingo, 18 de diciembre de 2011

Distinta pero la misma.

Siento latir su corazón en el viento que corta la noche. Veo su cara en las nubes que cortan la noche. Entre un recuerdo y otro flota como siempre la figura, el nombre de una mujer, como un temblor que comienza en el corazón y termina muy atrás en la nuca.
Distinta pero la misma, aquella que fuera mi estrella.
Entre valijas vacías, despertares y olvidos fueron nuestros encuentros y desencuentros, plenos de excusas sombrías y siempre nocturnas.
Hubo señales inequívocas y no hubo equivocación. A vos te dolía la garganta de tanto y tanto aguantarte esas lágrimas y entonces de alguna parte venía un gorrión que te hacía un gesto así, con la cabeza. Y es ahí que dejabas que amargo llanto lavara por fin el dolor de tantos años.
"Llevate la noche", me decías. "Llevate la noche que ya no la quiero si vos no venís". Pero la noche es esta ciudad que habito.
Me robaste la luz de la luna entre silenciosa y silenciada. A golpes de naufragios y apretando el gatillo de la soledad. Bailan tus sueños. Bailan en esas noches sin luna y tu cuerpo sirve el banquete y tus ojos me dicen (siempre me dicen) que el amor es una mierda.
De ciertos infiernos nacen las tormentas de este negro corazón, y a salvo sobre la balsa de tu cuerpo quiero una luna de fuego, quiero el frío de las estrellas, yo que acostumbro como siempre amar imposibles. Ya vas a ver (con la traición del día) que de alguna parte aparezca un gorrión que te haga un gesto así, con la cabeza y vas a sentir que la vereda te hace costillas en los pies.
Y yo en mi rincón donde siempre es de noche, blanco de frío y negro de intenciones. Por si tu piel se aparece en el viento sigo prisionero, esclavo de tanta bella poesía.

P.D.: Aunque sepa que no volverá, no significa que voy a dejar de esperarla. Siempre.

Río Gallegos - Diciembre de 2011.

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