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domingo, 4 de septiembre de 2011

De los versos de la luna y de la noche.


(Para Silvana Moschen, ella sabrá el porqué)

Un par de versos me deja la luna. Los trago nocturnos como nocturnos versos, como sangre sorbida por la arena. Versos entre almohadas que a veces acunan pero que casi siempre desgarran y azotan, mutilan las hojas en blanco, antes de caer muertos en un aleteo de flores al viento. Así se extingue su vida igual que mis palabras entre los fantasmas que dibuja el tabaco.
La primera vez te vi caer, insaciable la mirada, de adicción sin causa ni remedio ni futuro. La luna te miraba como miran las fotos sobre la mesita, al lado del libro (que nunca abrí), junto con tu poema (que nunca empecé). Culpable me acuso de preferir tus brazos, de juntarte luz de día, de dibujarla en tu espalda. De regalarte tormentas y espanto. De compartirte mi simple soledad de hombre.
La luna me deja versos como estrellas, como recuerdos que ya no son nuestros, como huesos de tinta. Y yo, el más tonto y fiel de los perros.
Hoy que por fin a mis sueños le crecen las alas, yo prefiero la noche.
La noche, mi primer y único y melancólico amor.

Sea este, para vos, mi manifiesto.

Río Gallegos - Septiembre de 2011.

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